dimarts, 10 de desembre del 2013

Felip II

Felipe II, rey de España y más tarde de Portugal y Nápoles, Sicilia y los Países Bajos, llamado "El Prudente", heredó de su padre, el emperador Carlos I de España y V de Alemania, el gran poderío imperial y vio iniciarse la decadencia de España. Nació en Valladolid el 21 de mayo de 1527 y fue su madre Isabel de Portugal, y ascendió al trono en 1556 por abdicación del ya anciano y cansado emperador. Felipe murió en El Escorial el 13 de septiembre de 1598 y fue, asimismo, rey de Inglaterra por su matrimonio con su segunda esposa, María Tudor. * María de Portugal, la primera La primera esposa de Felipe II fue su prima María de Portugal, madre del príncipe Carlos, hija de Catalina, hermana de Carlos I de España y del rey Juan III de Portugal. Se casaron en 1543 y dos años después María murió del parto de Carlos I, un ser "caracterizado por su desequilibrio mental, de muy posible origen genético, pues tenía cuatro bisabuelos, en lugar de los ocho naturales, y seis tatarabuelos, en lugar de 16". Era débil y enfermizo, y junto al hermanastro de Felipe, don Juan de Austria, conspiró contra el rey y, tras del escándalo de intentar acuchillar en público al duque de Alba, fue detenido por su propio padre, procesado y encerrado en sus aposentos. Trasladado al castillo de Arévalo murió de inanición y en total delirio. Este terrible hecho marcó profundamente a Felipe y, en más de un modo, determinó la personalidad del monarca. Muerta María, para Felipe era necesario contraer otro matrimonio. * María Tudor, la segunda Era hija ilegítima y legítima de su padre Enrique VIII y Catalina de Aragón, y a sus 39 años reina desde hacía 10 años y va a casarse con el príncipe de Asturias, el viudo Felipe. Tiene el rostro surcado de arrugas, es "tan flaca que el vestido parecía bailarle" y, al saludar con sonrisa más amplia de lo que hubiera sido aconsejable, mostró una dentadura careada y en muy mal estado. Así le sonrió a Felipe, cuando lo recibió en la galería del Castillo de Winchester y lo besó en la boca. María lo saluda en francés, que él entiende pero no habla, y Felipe le responde en castellano, que ella comprende perfectamente aunque le cuesta hablarlo. Felipe tampoco habla inglés. El 24 de julio de 1554 fue la presentación oficial de los esposos y el 25 tiene lugar la misa de velaciones, y concluida ésta la pareja sale al atrio, suenan las trompetas, se adelantan a ellos los reyes de las armas y por tres veces en latín, en inglés y francés, hacen solemne proclamación de sus majestades, según el orden convenido para los nombres y títulos, que son largos: "María y Felipe, por gracia de Dios reina y rey de Inglaterra, de Francia, de Nápoles, de Jerusalén y de Irlanda, Defensores de la fe, príncipes de España y Sicilia, archiduques de Austria, duques de Milán, Borgoña y Brabante, condes de Habsburgo, Flandes y el Tirol, en el primero y segundo año de su reinado". A María, los protestantes la llaman María "La Sanguinaria". Engendran un heredero, mas aunque la reina comenzó a mostrar un vientre abultado que crecía y ya se celebraba el embarazo, y como pasados nueve meses no había parto y el vientre seguía aumentando, los médicos examinaron a la reina y concluyeron que padecía hidropesía. Ella no acepta el diagnóstico, presume en todas partes su embarazo y enloquece. Felipe, ante la realidad de que no existe el embarazo y por lo tanto no es posible alumbramiento de algún heredero, está en su derecho de partir de Inglaterra para atender a las llamadas de su padre Carlos V que "se hacen perentorias". María lo comprende, le deja partir y le hace prometer que él regresará al reino, y Felipe embarca el 29 de agosto de 1555 para no volver jamás a ver a su esposa. Entonces, el viudo Felipe le propone matrimonio a Isabel I de Inglaterra, pero ésta lo rechaza. Para castigar "la afrenta", en 1588 decide invadir Inglaterra, con la intención además de restablecer allí el catolicismo, detener las incursiones y vengar a la católica María Estuardo, asesinada por Isabel. Para tal invasión Felipe cuenta con la flota más poderosa reunida hasta entonces conocida como la Grande y Felicísima Armada y más nombrada comúnmente Armada Invencible, que es vencida primero por los Actos de Dios, fuertes temporales, y por los ingleses que se aprovechan del desastre y así la derrota significa la ruina de la Marina de España y el nacimiento de Inglaterra como "reina de los mares". * Isabel de Valois, la tercera Al quedar otra vez viudo, al recibir la noticia de la muerte de María Tudor, Felipe se recluye en la abadía de San Grumandola, cerca de Bruselas, Bélgica, y allí permanece varios días en meditación, "ofreciendo constantes sufragios por el alma de la reina". Felipe reza mucho por María y, a sus 31 años, se promete: "Quiero probar ser feliz por fin como marido". En ese tiempo, Felipe es el mismo con sus ojos azules y grandes, la nariz muy bien proporcionada, la boca carnosa y el labio inferior grueso; la tez blanca y rubio el cabello, lo que le hace parecer un flamenco, pero "su porte es altivo y arrogante y muy español", así lo describe el embajador veneciano Julio Badoaro. Felipe no era alto, aunque sus miembros estaban bien proporcionados y "su andar era seguro, sin ser marcial, más con un impulso que hacia estremecer el piso y a quien le miraba avanzar". Tras su regreso a España recupera plenamente la gobernabilidad del Estado, que ha desempeñado "con bastante tacto, pese a todas sus extravagancias personales, su hermana la princesa doña Juana", y como se ha comprometido con la francesa Isabel de Valois, una chica adolescente de la cual se ha enamorado su hijo don Carlos, quien se prepara para ser jurado príncipe de Asturias y la va a llevar al altar. Este hecho determinará la hostilidad de don Carlos hacia su padre, con las consecuencias antes dichas. Isabel era graciosa y bonita, muy alta y esbelta, tenía una gran dulzura y poseía gran capacidad de adaptación a las costumbres de nuevo país, "por lo que desde el primer momento se hizo irresistible entre los españoles, sus súbditos". Era piadosa sin gazmoñería, bastante coqueta y presumida, "y le agradaba sentirse admirada por los cortesanos y su esposo", y gastaba mucho en trajes y joyas. Nunca lució dos veces el mismo vestido, salvo en una ocasión en que habiendo estrenado uno magnífico y no habiendo podido Felipe admirarla con él, por haberse ausentado de la corte una jornada, "lo volvió a vestir al día siguiente para que el rey se lo viese puesto". Felipe se enamoró perdidamente de aquella muchacha. En esas, estando ausente Felipe, la reina enferma de viruela y el rey regresa a verla en cama "y permanece junto a ella más de lo acostumbrado". La joven le escribe a su madre informándole de su enfermedad y le dice que no es cosa grave, aunque el cuerpo se le ha llenado de erupción. Isabel sale de sus dolencias sin siquiera portar señales del mal en su rostro y así asiste a la ceremonia de la jura del príncipe de Asturias, que se lleva a cabo en la Catedral de Toledo. Después de cuatro años de casada, se anunció que Isabel estaba encinta y "esto llenó de alegría y júbilo a sus súbditos". Sin embargo, la enfermiza Isabel padece vómitos frecuentes e intensos que le producen vahídos y fortísimos dolores de cabeza, y los médicos recurren al recurso de sangrar a la paciente. La medicina sólo logra hacerla abortar dos mellizos de tres meses concebidos. Torna a embarazarse Isabel y "venturosamente da a luz una hermosa niña", a la que se nombra Isabel Clara Eugenia y dos años después una nueva niña que recibe los nombres de Catalina Micaela. Felipe prosigue buscando engendrar el varón que herede su trono y así, otra vez Isabel queda encinta, los médicos diagnostican que padece una opilación, está estreñida, no puede justar, la sangran, ella aborta una niña de cinco meses y a sus 22 años "Isabel comprende que se muere", y la reina muere. Felipe tiene 41 años y se obliga a vestir de luto "durante el resto de mi vida". * Ana de Austria, la cuarta y última esposa del monarca El mismo día en que ha fallecido la reina Isabel, envía el nuncio apostólico monseñor Castagna una carta a Roma comunicando la noticia con una posdata en la que añade: "La Corte de Madrid tiene por seguro que el rey volverá a matrimoniar". Al ahora tres veces viudo Felipe se le ofrecen dos candidatas: Margarita de Valois, hermana menor de la ya fallecida reina, y la archiduquesa Ana de Austria, su sobrina carnal, hija de su primo, el emperador Maximiliano II. Felipe, sorteando toda clase de presiones desde el Papa a Catalina de Médicis, y por conveniencia y cálculo político, elige a Ana. Felipe la había conocido cuando Ana era una niña de dos años de edad, quien "desde esa tierna edad admiraba y reverenciaba a su tío", de modo que "nada pudo hacerla más feliz y dichosa en la vida que convertirse en su esposa". El 4 de mayo de 1570 se celebra la boda en el castillo de Praga, por poderes, representando a Felipe su primo hermano y tío carnal de Ana, el archiduque Carlos. La esposa por poder viaja a España y Felipe la recibe en el Alcázar de Segovia el 14 de noviembre del citado año, durante la misa de velaciones en honor de su anterior mujer. Felipe va de luto riguroso y Ana, que "es inteligente, sensible y buena moza", comprende la actitud de su esposo, "pues en mis propósitos no entraba hacerle olvidar al rey el recuerdo de su anterior esposa, sino el de hacerme digna de su amor y tratando de emular en cuanto me sea posible a Isabel de Valois". Felipe la conduce al Palacio de Belsaín y "esa misma noche consuma la unión carnal con su cónyuge, quien le demuestra que sí le es posible emular a la finada Isabel de Valois, y causa grata admiración y agradecimiento en el rey". Ana tiene 21 años, "no puede ser más modesta, tiene cabellos rubios y la piel de extremada blancura; su figura es menuda, su talla poco crecida", así la describe Tiépolo, el embajador veneciano. Los años que pasaron en "dichosa unión", Ana en silencio al lado de su marido y cosiendo y tejiendo, procrearon cuatro hijos, de los cuales sólo uno, Felipe, futuro Felipe III, llegó a la edad adulta y reinó. El 13 de junio de 1580, instalado el rey y su corte en la ciudad de Guadiana, se declara una epidemia de gripe, de la que se contagia el propio Felipe, quien contagia a Ana. Para curarla de su mal, los médicos sangraron a la reina, que no se alivió de la gripe y sí falleció a consecuencia de las incesantes sangrías el 26 de octubre a los 31 años de edad. Felipe, por cuarta vez viudo, se enclaustró en El Escorial y allí murió "en soledad y gran recogimiento de su alma".

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